El Gringo, La Profe y la visa de residencia americana

By El Barahonero viernes, 31 de octubre de 2014 6 comments
Esta historia se originó en Cabral, Barahona.  La protagonista nació allí y siempre, desde que tuvo conocimiento, soñó con viajar fuera del país.  Repetía hasta el cansancio que quería irse aunque sea para  la luna, pero su sueño original era vivir en los Estados Unidos de América.  Se graduó de bachiller, estudio magisterio en la universidad y se graduó con  mucho sacrificio.  Trabajó en su pueblo casi desde que concluyó la carrera.  A unos años de estar trabajando se casó, tuvo dos hijos y fue feliz por alrededor de diez años.

La felicidad terminó en el matrimonio porque su esposo viajó a Estados Unidos, pedido por su madre, el hombre se fue y, literalmente, jamás miró para atrás.  Unos años después sus hijos se reunieron con él en el país del norte.  La mujer quedó sola y así se mantuvo por unos años.  La hija que emigró con el padre, ya mayor de edad, decidió casarse con un hombre bueno y rico que conoció en Norteamérica; le hicieron diligencias a la madre para que consiguiera visa y los acompañara en ese día especial .

Le enviaron una carta de invitación a la profesora junto con otros documentos requeridos y ésta acudió al consulado de Estados Unidos en República Dominicana el día de la cita.  Un cónsul revisó los documentos y le otorgó la visa sin reparo ninguno.  La mujer llegó a Cabral y a todos les mostraba el pasaporte con la visa y les decía que su sueño se haría realidad muy pronto.  Que buscaría un novio en Norteamérica y allí se quedaría para no volver jamás a República Dominicana y mucho menos a Cabral.

Diez días después llegó el momento del viaje, la mujer se dirigió al aeropuerto, cuando llegó a la puerta del avión se sacudió los pies como señal de que jamás regresaría al país que la vio nacer.  La aeronave despegó y en unas cuantas horas aterrizó en los Estados Unidos.  Cuando la mujer puso los pies en el aeropuerto quedó maravillada con todo lo que veía y cuando salió a la calle, ya junto a su hija y futuro yerno, quedó con la boca abierta.  Viajaron como una hora media por carretera y  llegaron a la casa de la pareja, que todavía no se casaban, pero vivían juntos, era una mansión con todos los lujos.

La misma noche que llegó la Profe contó a su hija y yerno sus  intenciones de buscarse un novio, casarse y quedarse a vivir en aquel bello lugar.  La hija le explicó que eso era posible solo si ella encontraba alguien con quien casarse y que le hiciera la residencia porque con la visa que ellos le habían gestionado no se podía quedar porque perjudicaría a ella y su marido si así lo hacía.  Siguieron conversando por largo tiempo y la mujer a cada rato le preguntaba a la pareja si conocían a alguien que quisiera casarse con ella.  Los novios se miraban y se reían sin contestarle nada al respecto.

Llegó el día de la boda, llegaron muchos familiares del novio desde lugares lejanos, incluyendo su padre, quien había enviudado hacía un par de años.  Se efectuó la ceremonia y luego todos fueron a la resección a celebrar el casamiento.  Todos estaban felices:  los novios, familiares y amigos celebraban eufóricos, felices por la unión entre los jóvenes que, era obvio, se amaban mucho.  Durante la fiesta, todos metidos en tragos, sucedió algo que cambiaría la vida del padre del novio y la madre de la novia.

El padre del novio sacó a la madre de la novia ha bailar, bailaron por un largo rato, solo paraban para tomarse un trago y luego seguían bailando.  La Profe miraba al gringo y lo que veía era un letrero imaginario en su frente que decía:  RESIDENCIA.  Los suegros bailaron y tomaron toda la noche, parecía que se habían enamorado.  Al otro día amanecieron juntos en una cama de la casa de sus hijos, estos se habían ido de luna de miel, y ellos quedaron solos en la casa.

La profesora, con toda la injundia del mundo y sabiendo que el gringo estaba resacado, le preparó un sancocho dominicano que lo dejó turuleco.  Mientras los hijos estaban consumando su boda, los padres se daban banquete entre si.  Dos semanas después los hijos regresaron y encontraron que sus padres estaban "enamorados", hasta hablaban de boda, lo que causó alegría en los jóvenes que sabían ambos eran buenas personas y desde hacia unos años estaban solteros.

Pasaron unos días y la pareja se casó, inmediatamente sometieron los papeles para la visa de residencia de la Profe.  Pasaron los días que le habían dado de entrada a la señora cuando llegó a Estados Unidos y la pareja se puso de acuerdo para ir a Cabral ha pasar allí unos días y de paso el Gringo conocería el lugar de origen de su nueva esposa y su nuera.  Llegaron a Santo Domingo, abordaron un autobús y se dirigieron a Cabral.  El hombre quedó encantado con la forma de los dominicanos, se detuvieron en la parada y el americano pidió una cerveza y un par de pedazos de pollo (pica-pollo) con fritos verdes (tostones).

El hombre se enamoró a primera vista de la República.  Llegaron a Cabral y el amor del hombre se incrementó al ver lo bueno y cariñosos que eran sus vecinos.  Todos lo querían y le hablaban como si lo conocieran de toda la vida.  Un niño que vivía en una casa vecina se le sentó en las piernas y no se quiso apear ni muerto.  Esa noche el hombre probó el chivo guisado con yuca que le habían guardado para agradarle y eso ayudó a que su amor por nuestro país se incrementara en un 100 %.

Al otro día el hombre se levantó como a las once de la mañana e inspeccionó los alrededores, vio que la casa de la Profe estaba a medio construir, tenía un tremendo patio por donde pasaba un canal de riego y había un solar baldío a un lado de la casa.  El gringo empezó a preguntar de quién era el solar, si lo vendían y en cuánto.  A los cinco días ya tenía el solar del lado comprado y a unos hombres trabajando en la casa de su esposa.  Le tiró el "plato" a la casa, la pañetó e inició un anexo en el solar del lado.

El hombre lo arregló todo, hasta hizo una piscina en el patio y allí pasaba sus días oyendo bachata, haciendo cocinaos, bebiendo una que otra presidente y cuando goteaba un mago de varias matas que habían en el patio el hombre salía corriendo, le echaba mano, lo lavaba en la rigola y se lo comía.  Pasaron los meses y el hombre se dio una aplatanada que sorprendió a todos.  Cuando se iba la energía eléctrica y volvía el primero que gritaba -¡Llegó la luz!- era él.

Al principio el Gringo se escandalizaba al ver a los hombre en la calle sin camisa y el día que vio una pelea de gallos en un patio vecino le quiso dar el teque teque, pegó el grito al cielo y dijo que eso era crueldad contra los animales.  Pasaron los días y el hombre ahora camina por el barrio semi desnudo, sin camisa y en pantalón corto, se convirtió en gallero, tiene varios gallos en el patio de la casa, y va a la gallera semanalmente, donde gana todo el tiempo, la gente ya dice que el Gringo tiene un bacá.

Llegó el día de la sita para la residencia de la profesora y la pareja fue al consulado como dos tortolitos, el cónsul cuando los vio ni les hizo muchas preguntas y le otorgó la residencia a la Profe, lo que trajo un problema que nadie se esperaba.  La pareja regresó a Cabral y en vez del Gringo celebrar que a su esposa le habían dado permiso para vivir en Estados Unidos le dio un ultimátum que dejó a todos sorprendidos, incluyendo a su esposa:  -"Si quieres ir a vivir en Estados Unidos te vas sola, de aquí no me saca nadie".

A la pobre profesora se le cayeron todos los planes en un segundo, ella que creía había llegado su oportunidad de hacer su sueño realidad y ahora este hombre le salía con semejante vaina.  El hombre se la puso de esta manera:  -"Ya mi casa de California y mis negocios los he vendido, este es mi lugar de ensueño y de aquí me sacan solo muerto.  Si quieres podemos ir de visita, pero para vivir ni muerto"-.  La Profe lo miró, se le salieron dos lagrimas y dijo:  -"La verdad que uno no sabe lo que le espera en la vida, yo que pensaba estaba realizando mi sueño y lo que hice fue hacer realidad el tuyo".

La mujer abrazó su marido, le dio un beso y le dijo:  -"Que sea lo que Dios quiera mi amor"-.  La pareja se quedó viviendo en Cabral, donde son muy felices; viajan a Estados Unidos una vez al año para visitar los hijos y nietos, pero regresan a casa ha comer chivo guisado, mango goteado de la mata, tilapia con coco, jugar gallos y beber deliciosas cervezas bien frías.  Los designios de Dios los conoce solo Él y nadie sabe para quien trabaja.
¡¡¡LA VERDAD SIN INSULTOS!!!
(HRCV) Sharing is sexy

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6 comentarios for this post


  1. Altagracia Lugo feliz
    8:05 a. m., noviembre 03, 2014

    Así es la vida,pero al final siguieron siendo felices.el hombre propone y dios dispone.

  2. Muy original. Muy bien redactado y la trama es tal que te mantiene a la expectativa.

  3. Sin duda, Altagracia, el hombre propone y Dios dispone, ley de vida.
    Un abrazo y que Dios te bendiga.

  4. José, gracias por tus palabras para con esta historia.
    Un abrazo y que Dios te bendiga.

  5. jajajaja gracias por contar estas historias de mi pueblo digo aun que soy polero-barahonero XD pero me encatan estas historias

  6. Emil, gracias a ti por leerla y por tus palabras. Los hermanos de Polo también son barahoneros, pertenecen a la provincia.
    Un abrazo y que Dios te bendiga.

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