¡Coño, Cologüí!

¡Coño, Cologüí, tienes que irte de aquí!
¿Es que no entiendes, coño?
¡Que te vayas pa’ tu Haití!

¡Coño, Cologüí! Quién lo diría…
Muemén, Degá, Senclú; Tansú
Alsinó, Meaquil, Yobagón, Batey que ya no es.

Muemén vuelve a coñear sobre el puente del ingenio. Preñado de estupor, esputa, putea la blancura del oeste de la isla. Reniega del ataúd de olvido que le niega la entraña cercenada en la centrífuga, en el sinfín de oprobio que le oculta, le desoreja, lo tizna con cachispa de invasor. A él, que, de sol a sol, disputole al colín con su bravura la indigencia surcada por infinitos surcos de ese verde dulzor caído del sudor de su faz de labriego. A él Muemén multiplicado en el lastre innombrable de su lomo inclinado ante el peso del hambre que le pobló el exilio.

Mamá Degá, manos cocosantí; origen que desde Haití caldeara las vidas del batey quebrantado por las patas del buey; hoy te invocamos Mamá Degá. Hoy que en el nombre de un nombre colonial nos desnombran, nos destutanan, nos proclaman ciudadanos del limbo como del limbo las escorias de la maltrecha historia que nos hace yunta del oprobio; que inhumanamente explota, latifunde, que en la miseria nos funde lustros tras lustros, siglos tras siglos; yunta que, con férrea braza, nos marca mas nos descoyunta medularmente el alma hasta desconocernos, hasta desyoernos, hasta deshacernos…

Dónde, oh Cologüí bateyero, la esencia que desde el cañaveral ancestral hasta los tachos del tiempo nos aguarapara con el torrente pueril de la ternura –ojos sin dedos índices— pulmón de la identidad. Dónde la sal que nos yaniquequeara el paladar del yo plural que pululara a pies descalzos las entrevenas del único sentir. ¿Dónde mi Cologüí ancestral, ¿dónde, en qué rincón de esta vida deshecha he de dejar el rostro ante el espejo que hoy te niega?
¡Coño, Cologüí!

Juan Matos Sharing is sexy