¡Mis veranos en Nueva York!

By El Barahonero domingo, 3 de julio de 2016 2 comments
Pasar un verano en Nueva York es una experiencia que todos deberían experimentar aunque sea una vez en la vida, se los digo por experiencia propia.  Para los años setenta y ochenta los veranos en ese estado de los Estados Unidos de América eran, aun lo son, divertidos y uno la pasaba súper bien.

Nunca viví en la ciudad de New York, desde que llegué a ese estado desde Puerto Rico lo hice a Beacon, New York.  Allí ya estaban mi hermano Iván Cuello, su esposa Hilda Cuello, de descendencia puertorriqueña, pero nacida en ese pueblo, Rafael Victoriá, su esposa Liliana y sus familia, Manuel Espinal y su familia, Antonio Collado y su familia, Luis Tomás Victoria y su familia, mi hermana Ruth Cuello (Nela) y su esposo Ermy, luego llegaron Jaquelín Padilla y su hermana Olga, Amaury Cuello, Memin, Etc.  Esos eran los dominicanos, barahoneros casi todos, que residían en el lugar.

Beacon era un pueblo pequeño, con pocos habitantes, pero era acogedor, todavía lo es, y había mucho trabajo, para el tiempo que llegué uno salía de una factoría e inmediatamente entraba en otra y te quedabas trabajando.  Los inviernos eran muy crudos, pero los veranos eran hermosos y muy divertidos.

Recuerdo con mucha nostalgia cuando nos reuníamos en "la Curva de Los Proyectos", ya unos años después de mi llegada, ha conversar, comer, tomarnos unos tragos de ron, vino o degustar unas heladas cervezas.  Allí jugábamos dominó y arreglábamos nuestros carros.  Nunca se armó una discusión y mucho menos peleamos entre nosotros o con otras personas, eran tiempos de paz y amor, de trabajar y darnos la buena vida.

Los viernes, en la curva, planeábamos a que lago, playa o parque iríamos el sábado o domingo, siempre con las familias.  A los lugares que solíamos ir eran:  La Montaña del Oso, Silvan Lake, Seven Lakes ( Los Siete Lagos), La playa de Bridgeport, en Connecticut, el Lago Minnewaska, entre otros.  Planeábamos que llevaría cada familia de comer y qué bebidas llevaría cada cual.  Unos llevaban moro de guandules, otros espaguetis, a unos les tocaba ensalada, carnes, pescados o mariscos, siempre alguien sorprendía con alguna comida típica dominicana especial.

Luego era mi rutina pasar algunos fines de semana en Las Villas, Plattekill, New York, este era un precioso lugar donde habían muchos restaurantes y lugares de baile, allí llegaban autobuses repletos de latinos desde los tres estados de la zona conocida como tri estatal, especialmente de la ciudad de New York, eso era algo digno de ver, la gran mayoría de esas personas eran mujeres jóvenes que solo querían divertirse sin preocupación ninguna, todo era valido.  Se bebía, se bailaba y se comía como si el mundo se acabaría en 24 horas.  Recuerdo con especial cariño la villa Mina de Oro, de don Luis y su esposa, ambos fallecidos, quienes hacían el mejor cerdo asado y moro de gandules del mundo, a precio muy barato, allí se comía bien de verdad.

En Las Villas, mis amigos cercanos y yo, rentábamos una habitación cada uno en la villa Sunny Acres, su dueño era un señor muy buena gente de apellido Vega, quien nos trataba como a príncipes, el cocinero era otra buena persona, su primer nombre era: Segundo.  Allí pagábamos unos 25 dolares por el fin de semana completo, con comida incluida, piscina y entrada gratis si traían orquestas.  Segundo cocinaba un delicioso cerdo asado con arroz con gandules, él nos consentía como a sus hijos.

En Las Villas bailamos con las orquestas de Oscar de León, Johnny Pacheco, Andy Montañez, Johnny Ventura y todo lo mejor de la época.  Nos amanecíamos acostados en sabanas en la grama frente al motel donde estaban las habitaciones, oyendo música de los radios de los carros, con algunas jóvenes de lugares cercanos que se quedaban a ver el sol salir con nosotros.  No había complejo, no habían problemas, era todo alegría y buena vida.  ¡Qué tiempos aquellos!
¡¡¡LA VERDAD SIN INSULTOS!!!
(HRCV)  Sharing is sexy

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2 comentarios for this post

  1. Héctor, aquí en los 80s era muy diferente, a mi también me encantaban los veranos 80s las fiestas eran inolvidables, tranquilas, todavía tengo los recuerdos de ese tiempo y lo chévere que se pasaba bailando y escuchando los merengues 80s. En este tiempo hasta la vegetación a desaparecido, hay que irse lejos para disfrutar la naturaleza y un verano en armonía(bueno, a los que nos gusta de ese modo), los sietes lagos ya no es lo mismo, ni la montaña de oso. En lo personal hace unos años que empecé hacer turismo veraniegos a FLORIDA y otros lugares de está nación. Gracias por tan marAvillosa narración.

  2. Teresa, lamentablemente los tiempos van cambiando para mal, aunque la zona que menciono en el escrito todavía se conserva muy bien la naturaleza, pero todos los que nos juntábamos en esos tiempos nos desperdigamos. Pero esa es la vida. Un abrazo y que Dios te bendiga.

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