Tengo un problema: no quiero ser quien era
¿Por qué tengo que ser quien era?
Por qué no reforzaron mi nombre con un apellido de sonoridad universal o; como el Vaticano, posicionar a continuación de mi nombre un número romano, indicando así que yo era continuidad de una estirpe. Yo quiero tener un patronímico que encabece la academia de los apellidos de sonora realeza, tan linajudo, que sea un cerrado conjunto unitario: Un novelesco Villareal, Del Prado, Monteverde, Del Cid, Hermoso, Augusto, otros.
No era posible apellidarme Ford, Médici, Cubertain, Garibaldi, Borbón, Ferrari, Pisano, Buffet, Friedman, Schwartz; o también, por mi genio conceptualizador, bien me hubiese acomodado algún patronímico de la Ilustración: Diderot, D´ Alembert, Rousseau, Montesquieu, Voltaire Helvetius, Quesnay.
No habían apellidos apostrofados y de origen italo para asignarme uno: D’Carpio, D’Stefany, D’carlo, D’Agostino, Gabanelli, Biscay, Pacciaronni, Marchese, otros.
Ni siquiera por equivocación pudieron asignarme el apellido de algún banquero judío: Rothschilds, Belmont, Seligman, Kuhn Loeb, Lehman, Goldman, Sachs, etc.
Yo no quiero ser de donde era, ni quiero venir de donde vengo. Yo quiero ser lo que soy; pero no quiero ser quien era. Por ejemplo: Yo quiero ser un niño cantor de Viena y crecer en lugares por donde sólo circulaban aires clásicos; no en el enjambre de lambe-tragos y alambiques donde se eructan boleros y bachatas de amargue.
YO NO QUIERO SER QUIEN ERA. YO QUIERO NACER EN LA GRANDEZA. YO QUIERO TENER AMIGUITOS DE ABOLENGO Y QUE HAYAN NACIDO MILLONARIOS. YO TENGO MUCHOS AMIGUITOS QUE SON MILLONARIOS, PERO NO TIENEN ABOLENGO; ELLOS TIENEN PEDIGRí. TAMBIÉN LOS TENGO SIN CURRÍCULUM; PERO SÍ CON EXPEDIENTES.
¿Por qué tengo que ser de donde soy?
¿Por qué tenían que treparse en mi árbol gastronómico ojuelas de superficie lunar, cóncavos yaniqueques y el espectro de un yun-yun?, ¿dónde estaban las dietas mediterráneas?
No quiero ser el niño de cuaderno en un bolsillo; similar a los que otrora, vestidos de kaki, hacían filas en la escuela para desayunar con el inolvidable TRÓPICO (refresco de chocolate) y un pancito con una saliente porción de salchichón y un saborcito a mantequilla.
No quiero ser el que nació como nació. Yo quiero crecer con una dieta que incluya queso danés, asados, mariscos y pescado frescos, yogourt de Barcelona y cornflakes personalizados de Kellog’s; y también, quiero ver a papá gozando las mejores ginebras, los mejores puros, los mejores vinos y que me traiga los mejores chocolates y muchos regalos de sus viajes por el mundo.
Yo quiero que abuelito me haga cuentos infantiles de Agatha Cristie, de Rosseti o de Afanasiev. Yo quiero crecer contemplando pinturas de Apeles y Parrasio; las esculturas de Fidias, de Escopas o de Praxíteles. Yo quiero crecer maravillado con los cuadros de Rafael, de Leonardo y Miguel Ángel.
Yo quiero ser de los Niños Cantores de Viena. Yo quiero ser uno de ésos que cabalgaban sobre caballitos pony, rodeado de festines. Yo quiero ser un niño bonito y crecer pareciéndome a Hermes. No quiero ser un morocho más que honra el perfil de los becerros y; además de eso, quiero que alguien descubra que Mozart tenía mi precocidad.
Yo me hice joven y crecí sin tener novias; yo no quiero ser ése. Deseo que inventen fábulas y me construyan un pasado de conquistas; hasta desearía que los fabulistas me incluyeran, junto a los Kennedy y Joe Dimaggio, entre los subrepticios amantes de Marilyn Monroe. Quiero ser el amor no revelado de una reina encaprichada y, hasta quisiera ser el jinete sobre el caballo con alas que espera La Princesita.
Yo no creo en la reencarnación, pero disfruto la fama de los tiempos. Quiero ostentarlas ahora, juntas: Quisiera ser un sobreviviente de la destrucción de Pompeya o que algún topónimo poseedor de mi nombre esté enclavado en algún santuario semita. Yo quiero vencedor, cruzar el Rubicón junto a César; caminar con el teniente Reagan por las arenas de Normandía teñidas de rojo; Quisiera ser del séquito de Aníbal tras regresar de vencer a los romanos. Yo quiero que el mundo rubrique con mi firma sus decisiones magníficas.
Me hubiese gustado vivir en la Inglaterra del segundo decenio del pasado siglo y haber perdido la reservación del Titanic, porque estaba auspiciando una nueva exploración en busca del Arca Perdida. También hubiese deseado, décadas atrás paseando sobre góndolas, dictar al más genial de los Strauss las partituras de “Danubio azul”.
Yo quiero un álbum cargado de recuerdos correteando en Boston College con amiguitos irlandeses y de identidad protegida. Quiero tener recuerdos de la academia de artes de Massachussetts, abrazado de blancas, asiáticas y pelirrojas, y de profesores que me admiran. Cómo deseo que mi abuelo o algún antepasado egresara con honores de la Sorbona, Oxford o Salamanca; o que sea maestro fundador. Yo quiero ser de los clásicos de Harvard o estar en el grupo de estudiantes que en la Plaza Roja interpretan a NATALIE.
PUEDEN YA HACERSE UNA IDEA DE CUÁL Y DE QUÉ TAMAÑO ES MI PROBLEMA
Tengo millones que, para contarlos, se necesitan nuevos dígitos. Tengo multitud de agradecidos; tan “agradecidos”, que sin mí, muchos quisieran abandonar el planeta; otros vivirían en la “abundancia de Lázaro”. Entre esos “agradecidos“ hay muchísimos potentados súbitos que, al igual que yo, tampoco tenían nada; tan jodíos éramos, que hacíamos serruchos en las esquinas y las frituras; nos orillábamos en las rutas con el pulgar derecho levantado, suplicando nos transporten a nuestras guaridas de carencias. Hoy me sobra de todo y tengo de todo: AVIONES, NAVIERAS, FLOTILLAS DE CARROS, PODER, ADULADORES, FRANQUEADORES; PERO ESO NO ME LLENA, MI PROBLEMA SIGUE; NO ME DEJA EN PAZ: NO QUIERO SER QUIEN ERA.
Una claque plumífera me aúpa y protege con un escudo anti-crítica; PERO NO ME BASTA. Muchos me creen el mejor en todo, yo también me lo creo; pero, como al joven rico de la cita bíblica: UNA COSA ME FALTA.
Cuando intento conciliar el sueño, siento una muchedumbre hambrienta que me aclama con la vieja consigna: “SIN TI, SIN TI, SE HUNDE ESTE PAÍS”. Yo también lo creo así.
Algunos me susurran al oído: “EL ESTADO ERES TÚ”, y me han convencido; me han hecho creer que soy Luis XIV, PERO MI VACÍO PERMANECE. Focas antropos y diferentes tamaños me aplauden por doquier y sin cesar; pero no son focas de mar, saben por qué lo hacen. Hay algunas focas religiosas que hasta me postulan para presidir el Olimpo.
Paseo por el mundo con encargos auto-designados. Como embajador de mí mismo busco ser el árbitro en cualquier lugar del planeta donde se presente un rebú, algunos me ven como una gran cosa; otros ya me hacen el FO Y ME IGNORAN, pero sigo con mi problema. MI PROBLEMA ES, LO REPITO: NO QUIERO SER QUIEN ERA.
¿CÓMO RESUELVO ESTO?
¿SE PUEDE O NO SE PUEDE?
SI NO SE PUEDE,
¿ENTONCES TENGO QUE SER QUIEN ERA?
…AYÚDENME, POR FAVOR. Sharing is sexy
El Barahonero
7:09 a. m., mayo 09, 2012
¡Excelente!
Trinidad
7:31 a. m., mayo 09, 2012
Wao!!! somos muchos como tu y los pocos que son quienes controlan solo se preocuparan por mantenernos donde estamos.
Te felicito por este excelente escrito.
Larry Michel
11:33 a. m., mayo 10, 2012
¡Muy bueno, me gustó mucho!
Al final de éste escrito pude respirar tranquilo. Aquí se dá algo que no creo que esté pasando con aquellos que son como ésta persona. Por lo menos éste hombre pide ayuda, reconociendo que su forma de actuar puede no ser la correcta. Al contrario de los demás que son como él, se creen ser quienes no son y por seguir llevando ese estilo de vida sacrifican su pueblo, su gente y hasta su familia sin dos veces pensar y nada de eso les importa porque les gusta ser quienes no son y no hay manera de cambiar esa forma de actuar.