Mi último viaje a Puerto Rico en el Ferries

By El Barahonero jueves, 21 de junio de 2018 0 comments
Salí de Barahona en el expreso de las diez de la mañana, ya a las dos de la tarde estaba en el muelle.  Pasamos por aduana y migración sin ningún contratiempo.  Abordamos a tiempo y los empleados del barco nos trataron con mucha cortesía y respeto.

El barco zarpó a tiempo y sin inconvenientes.  Cuando ya teníamos unas tres horas navegando me dirigí al baño, cuando traté de entrar la puerta no abría, forcé la cerradura y nada, pero sentí que alguien hizo una fuerza en dirección contraria, lo que me indicó que había alguien encerrado en el baño.

Grité:  ¿Hay alguien ahí?  Un hombre respondió:  Sí, soy yo, me quedé encerrado y no puedo abrir.  Le dije a la persona que estuviera tranquilo, que iba por ayuda.  El lugar que me quedaba más cercano y que había personal del barco era un restaurante bufet.  Llegué hasta allí y le informé a un par de empleados lo que ocurría.

Volví al baño y le informé al hombre que ya la ayuda estaba en camino, el hombre me dio las gracias y le dije que agradeciera a Dios.  Como a los diez minutos llegó un empleado del barco, manipuló la puerta sin suerte.  Me dijo, y tambien al hombre, que iba a buscar la llave para abrir la puerta.  Un rato después trajo un paquete de llaves, las trato una por una sin ninguna suerte.  El hombre nos dice que tiene que ir por unas herramientas para romper la cerradura.

Constantemente le hablaba al hombre encerrado en el baño, en una él me dijo algo que me causó risa, aunque traté de que no se diera cuenta, me dijo:  "Hermano, en la puerta hay un letrero que dice se use papel higiénico para abrir la puerta, será por eso que no abre.  Eso fue algo gracioso, el pensó que la puerta no abría porque había que hacerlo con papel higiénico.  Le dije que no, que eso era para evitar ensuciarse las manos al abrir la puerta.

Entre una cosa y otra el pobre hombre estuvo encerrado por casi dos horas.  Tuvieron que romper la cerradura para sacarlo.  Para que ustedes vean como son las cosas de Dios resulto que el hombre resultó ser barahonero y cristiano, hijo de un chofer que le decían Mocotapio.  Él estuvo un mes predicando en barrios y esquinas céntricas de nuestro pueblo.  Miren como sin saber me tocó ayudar a un compoblano y cristiano.

Luego que lo sacaron del baño el hombre me agradeció con un abrazo, luego se armó una discusión con un lambón que llegó allí, pero todo se calmó.  Al rato llegaron dos oficiales del barco buscando al hombre, le proporcionaron un camarote de lujo y la comida que el quisiera, él me invitó a mí, pero decliné, no acostumbro a recibir dádivas cuando hago cosas como esa, es ley de vida para mí servir sin cobrar.  Así fue mi viaje de Santo Domingo a San Juan.
¡¡¡LA VERDAD SIN INSULTOS!
(HRCV)
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