A mi hija América Cuello (EPD)
Su condición de niña especial me hacía sentir muy especial. A todos los que conocí de cerca siempre les hablé de ella, ella me engrandecía, me llenaba de mucho orgullo; me hubiese gustado tenerla un ratito más, pero eso me convertiría en una madre egoísta.
Extraño sus hermosos ojos de mirada tan sincera, su dulzura, su inocencia infinita, sus grandes abrazos, sus besos... Mil besos por día, extraño esa inteligencia tan genuina, y sus esporádicos berrinches y hasta sus lindas manitas.
Su padre, Héctor Rafelín Cuello, hizo todo lo humanamente posible para que ella viviera en la sobreabundancia material y afectiva, nunca le faltó nada, pasó de tener una buena vida a una mejor y eso es lo que a quienes siempre la amaremos nos consuela.
Nota del editor: América fue y es el más grande amor de mi vida. Por como vivió sé que está al lado del Señor. Dios no se equivoca.
¡¡¡LA VERDAD SIN INSULTOS!!!
(HRCV) Sharing is sexy
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